En los años de bonanza económica pedir un préstamo hipotecario no era misión imposible como podría serlo hoy, época de ajustes monetarios y de cinturones apretados. La siguiente historia esboza aquellos tiempos de flexibilidad y nos invita a reflexionar sobre los motivos que nos han llevado a la presente situación social y económica.
La mañana que conocí a Víctor llevaba su ropa bastante sucia, era albañil y se había escapado a la hora del bocadillo a ver algún "pisito" que pudiera comprar. Llevaba según me dijo, varios años en España pero también me advirtió que no llegaba a los seis meses de vida laboral, "si no hubiera sido por la regularización de Zapatero aún no tendría papeles". me repitió en más de una ocasión.
Compraría junto a su mujer que limpiaba un par de casas pero sin contrato, sin embargo los jefes le podrían hacer sin problemas un certificado de ingresos, además tenían amigos y familiares que encantados les avalarían en la compraventa.
Pensamos que la tarea no sería fácil. A un par de extranjeros sin mayores ingresos, con una pobre vida laboral y sin ahorros nadie le daría un céntimo, pero la bondad de una caja de ahorros y de su director, amigo de un intermediario hipotecario hicieron el milagro. A Víctor y a su mujer les habían concedido un préstamo hipotecario por cerca de 300 mil euros a pagar en cómodas cuotas los próximos 35 años, con los que harían realidad el sueño de tener un piso propio, dejar de alquilar habitaciones a compatriotas y por sobre todo traer a España a sus 2 pequeños hijos desde Sudamérica.
El piso que "pudieron comprar" tenía cerca de 50 años, algunas grietas para sanear y viejos electrodomésticos, dejados gentilmente por los vendedores como ayuda para los nuevos propietarios. La firma fue tranquila, se hizo la correspondiente repartición de dineros entre compradores, vendedores, inmobiliaria e intermediarios hipotecarios y todos tan amigos.
La pareja estaba feliz, a pesar de los mil trescientos euros mensuales que deberían empezar a pagar a partir del próximo mes y así hasta el final del plazo pactado.
Pasó el tiempo, la historia de Víctor la repetí con otros clientes mes a mes como parte de la normalidad del trabajo, pero a él no me lo encontré hasta hace un par de días.
Lo encontré más gordo, vestía ropa limpia a pesar de ser día de semana y horario laboral, su cara ya no era la misma que hace unos cuatro años cuando nos despedimos en la Notaría.
Hoy está en paro como otras 5 millones de personas en España, la Caja de Ahorros le ha embargado el piso al no poder pagar los mil ochocientos euros de letra que aún alquilando habitaciones no podía hacer frente. Pero lo peor, no pudo hacer realidad el mayor de sus sueños: traer a sus hijos a la casa que había comprado para eso...
Esta historia se repite día a día a lo largo del territorio español, los embargos y las devoluciones de pisos están a la orden del día y la vivienda ha disminuido su precio a valores de hace 15 años.
Muy buen texto, no pasa esto solo en España si no que en todas partes como en Chile que para poder cumplir tu sueño de vivienda propia lo sacrificas todo, pero al momento de fallar unas cuotas los intereses y multas te hacen imposible de seguir cancelando terminando endeudado y en la calle, peor que como empezaste, la triste historia de muchos obreros de clase media de todo el mundo....
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